Hoy te queremos hablar de un escritor alemán, referente de la literatura universal de la primera mitad siglo XX, hablamos de Thomas Mann.
Thomas Mann fotografíado en 1905 |
Thomas Mann nació el 6 de junio de 1875 en el seno de una acaudalada familia de Lübeck, que mantenía su elevada posición gracias a los beneficios del comercio de cereales. Fue el segundo de cinco hermanos, el primogénito, Heinrich Mann (1871-1950), fue también un destacado novelista, que alcanzó un notable prestigio durante los breves años de la República de Weimar (1918-1933) y tuvo que abandonar Alemania cuando los nazis llegaron al poder.
Durante sus primeros años de formación, Thomas no destacó como un buen estudiante, y su formación literaria la adquirirá algo más tarde de un modo autodidacta, influenciado por las continuas horas de lectura de autores como Heine, Nietzsche, Schiller, Hermann Bahr y Paul Bourget.
Thomas Mann y su esposa fotografiados en 1929 |
En 1894 se trasladó a Munich para reunirse con su familia, que residía en la capital bávara desde el fallecimiento del cabeza de familia en 1891. Ese mismo año de 1894, en octubre, publica en la revista Die Gesellschaft la novela corta "La caída", mientras continúa su formación acudiendo a la Universidad Técnica de Munich, formándose en Historia, Literatura, Economía y Mitología.
En 1895 viaja junto a su hermano Heinrich a Italia, lo que implica para Thomas una apertura de horizontes, el contacto con una realidad nueva para él.
En 1897, mientras vivía en casa de Heinrich, comenzó la redacción de la que será su primera gran obra, "Los Buddenbrook. Decadencia de una familia", que publicará en 1901 y que narra la decadencia de una rica familia de comerciantes de Lübeck a lo largo de varias generaciones.
En los años de la Primera Guerra Mundial participó del nacionalismo generalizado, que se puso de manifiesto en obras como "Cartas desde el frente" (1914) o "Federico y la gran coalición" (1915).
Acabada la contienda, los años de la República de Weimar fueron muy provechosos para el escritor de Lübeck, su obra se internacionalizó y retomó proyectos que tenía detenidos desde hacía años, como el de "La montaña mágica", que había comenzado a escribir en 1912 y finalmente vería la luz en 1924, con un éxito inmediato. También en la década de los años veinte vería premiado su trabajo con la obtención del Premio Nobel de Literatura, en 1929.
"La montaña mágica" no es sólo la mejor obra de Thomas Mann, sino también es considerada por muchos críticos y lectores como una de las obras más importantes de todos los tiempos. La novela nos pinta un fresco de la Europa de comienzos del siglo XX y también una profunda exploración de la condición humana. La habilidad de Mann para mostrar las contradicciones sociales y espirituales de su época y la extrema sensibilidad en la construcción de personajes, convierten a esta novela en una lectura que apela tanto a la sensibilidad como a la inteligencia de cualquier lector.
Al igual que muchos otros alemanes, con la llegada de los nazis al poder en 1933, Thomas Mann abandonará Alemania y residirá en diversos destinos, como Suecia, Estados Unidos o Suiza.
Thomas Mann fallece en Suiza en agosto de 1955, dejándonos un legado de grandes obras. Además de las que ya hemos mencionado, hay que destacar "La muerte en Venecia" (1912), "Mario y el Mago" (1930), "Doktor Faustus" (1949) y "El elegido" (1951).
Nos permitimos recomendarte una obra titulada "Textos críticos", publicada por Navona Editorial, que nos acerca a la faceta menos conocida de Thomas Mann, la de ensayista.
Te dejamos con unos pequeños fragmentos de algunas de sus obras:
¡Qué libro! Nunca vi nada semejante. Escribo para él una introducción por puro asombro ante la amplitud de sus horizontes, con una gran satisfacción ante su universalidad, que en este volumen, que dicho sea de paso es el primer volumen, todavía no se hace del todo realidad. Un compendio con el atrevido título "Las más bellas narraciones del mundo" en el que -debido a que ya de entrada se pretende darle una gran repercusión, la mayor vastedad posible- han tenido que dejarse fuera provisionalmente los grandes narradores suizos, austriacos, polacos, las mejores obras de la narrativa de los checos, húngaros, latinoamericanos y otros, no es, por supuesto, todavía del todo, aquello que promete ser. Pero paciencia, lo será.
Fragmento de "Textos críticos".
- Pero... Doctor... ¿No lo dirá usted en serio?
- ¿Que no hablo en serio? ¿Qué dice? ¿Qué se ha creído? Me gustaría saber lo que piensa de mí. ¿Por quién me toma? ¿Por el dueño de un hotelito?
Era un verdadero ataque de ira. El color azul del rostro del doctor se había tornado violeta por la sangre que le hervía en las venas; el pliegue de su labio superior se había acentuado notoriamente bajo el pequeño bigote de tal manera que se le veían los caninos superiores; meneaba la cabeza como un toro y sus ojos se inundaron de lágrimas y sangre.
- ¡No se lo consiento! -gritó-. ¡Para empezar, yo aquí no soy dueño de nada! ¡Soy un empleado! ¡Soy médico! Médico y nada más, ¿entiende? ¡No soy un alcahuete! No soy un signor Amoroso de Toledo en la bella Napoli, ¿se entera? ¡Estoy al servicio de la humanidad que sufre! Y si se han formado otra idea de mi persona , ya pueden irse los dos con viento fresco, al diablo o donde quieran. ¡Buen viaje!
A grandes zancadas, salió de la habitación por la puerta que comunicaba con la sala de radioscopia, y dio un portazo.
Fragmento de "La montaña mágica".
En 1895 viaja junto a su hermano Heinrich a Italia, lo que implica para Thomas una apertura de horizontes, el contacto con una realidad nueva para él.
En 1897, mientras vivía en casa de Heinrich, comenzó la redacción de la que será su primera gran obra, "Los Buddenbrook. Decadencia de una familia", que publicará en 1901 y que narra la decadencia de una rica familia de comerciantes de Lübeck a lo largo de varias generaciones.
En los años de la Primera Guerra Mundial participó del nacionalismo generalizado, que se puso de manifiesto en obras como "Cartas desde el frente" (1914) o "Federico y la gran coalición" (1915).
Acabada la contienda, los años de la República de Weimar fueron muy provechosos para el escritor de Lübeck, su obra se internacionalizó y retomó proyectos que tenía detenidos desde hacía años, como el de "La montaña mágica", que había comenzado a escribir en 1912 y finalmente vería la luz en 1924, con un éxito inmediato. También en la década de los años veinte vería premiado su trabajo con la obtención del Premio Nobel de Literatura, en 1929.
"La montaña mágica" no es sólo la mejor obra de Thomas Mann, sino también es considerada por muchos críticos y lectores como una de las obras más importantes de todos los tiempos. La novela nos pinta un fresco de la Europa de comienzos del siglo XX y también una profunda exploración de la condición humana. La habilidad de Mann para mostrar las contradicciones sociales y espirituales de su época y la extrema sensibilidad en la construcción de personajes, convierten a esta novela en una lectura que apela tanto a la sensibilidad como a la inteligencia de cualquier lector.
Al igual que muchos otros alemanes, con la llegada de los nazis al poder en 1933, Thomas Mann abandonará Alemania y residirá en diversos destinos, como Suecia, Estados Unidos o Suiza.
Thomas Mann fallece en Suiza en agosto de 1955, dejándonos un legado de grandes obras. Además de las que ya hemos mencionado, hay que destacar "La muerte en Venecia" (1912), "Mario y el Mago" (1930), "Doktor Faustus" (1949) y "El elegido" (1951).
Nos permitimos recomendarte una obra titulada "Textos críticos", publicada por Navona Editorial, que nos acerca a la faceta menos conocida de Thomas Mann, la de ensayista.
"Textos críticos", una muestra del Thomas Mann ensayista, junto a "La montaña mágica", su obra más prestigiosa |
¡Qué libro! Nunca vi nada semejante. Escribo para él una introducción por puro asombro ante la amplitud de sus horizontes, con una gran satisfacción ante su universalidad, que en este volumen, que dicho sea de paso es el primer volumen, todavía no se hace del todo realidad. Un compendio con el atrevido título "Las más bellas narraciones del mundo" en el que -debido a que ya de entrada se pretende darle una gran repercusión, la mayor vastedad posible- han tenido que dejarse fuera provisionalmente los grandes narradores suizos, austriacos, polacos, las mejores obras de la narrativa de los checos, húngaros, latinoamericanos y otros, no es, por supuesto, todavía del todo, aquello que promete ser. Pero paciencia, lo será.
Fragmento de "Textos críticos".
- Pero... Doctor... ¿No lo dirá usted en serio?
- ¿Que no hablo en serio? ¿Qué dice? ¿Qué se ha creído? Me gustaría saber lo que piensa de mí. ¿Por quién me toma? ¿Por el dueño de un hotelito?
Era un verdadero ataque de ira. El color azul del rostro del doctor se había tornado violeta por la sangre que le hervía en las venas; el pliegue de su labio superior se había acentuado notoriamente bajo el pequeño bigote de tal manera que se le veían los caninos superiores; meneaba la cabeza como un toro y sus ojos se inundaron de lágrimas y sangre.
- ¡No se lo consiento! -gritó-. ¡Para empezar, yo aquí no soy dueño de nada! ¡Soy un empleado! ¡Soy médico! Médico y nada más, ¿entiende? ¡No soy un alcahuete! No soy un signor Amoroso de Toledo en la bella Napoli, ¿se entera? ¡Estoy al servicio de la humanidad que sufre! Y si se han formado otra idea de mi persona , ya pueden irse los dos con viento fresco, al diablo o donde quieran. ¡Buen viaje!
A grandes zancadas, salió de la habitación por la puerta que comunicaba con la sala de radioscopia, y dio un portazo.
Fragmento de "La montaña mágica".
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