viernes, 31 de diciembre de 2021

Pinceladas Históricas: La tumba de Publio Cornelio Escipión.

A lo largo de la Vía Apia y a muy poca distancia de la Porta San Sebastiano -una de las más grandes y mejor conservadas, que antiguamente recibía el nombre de Porta Appia- se encuentra la Tumba de los Escipiones, el lugar de enterramiento habitual de esta familia entre el siglo III a. C y el siglo I de nuestra Era. El mausoleo fue construido en tiempos de Lucio Cornelio Escipión Barbato, que llegó a ser cónsul en el año 298 a. C. y tuvo un papel significativo en la Tercera Guerra Samnita (298 - 290 a. C.) y en él se encontraron los restos de algunas figuras destacadas de esta familia, como los del propio Escipión Barbato, Publio Cornelio Escipión -hijo de el Africano- o Paula Cornelia -esposa de Cneo Cornelio Escipión Hispalo-, entre otros.

Entrada al Mausoleo de los Escipiones en Roma. 
Sin embargo, Publio Cornelio Escipión -el Africano-, el miembro más destacado de esta poderosa familia, no fue enterrado allí, sino que sus restos encontraron reposo en el sur de Italia, en la pequeña colonia de Liternum.
Escipión, el vencedor de Aníbal, aquel invencible enemigo que estuvo a punto de derrotar a la República, acabó sus días desterrado en el sur de Italia, lejos de la vida pública. ¿Cómo fue posible?

Publio Cornelio Escipión nació en Roma el 20 de junio del año 236 a. C. y lo hizo en el seno de la gens Cornelia, una de las ramas familiares más importantes y antiguas de Roma. Por ello recibió una exquisita educación y estaba destinado a ocupar las más altas magistraturas de la República. Participó en su primera acción bélica a los dieciséis años, en la derrota romana en Tesino, en 218 a. C. y dos años más tarde estuvo presente en una de las derrotas más dolorosas de la larga historia de Roma, la de Cannas, el 2 de agosto de 216 a. C. en la que la República perdió más de 50.000 hombres. 
En 212 fue elegido edil curul, sin tener la edad para ello y, en 210 llegó a Hispania, donde había encontrado la muerte su padre y su tío, para combatir a las tropas cartaginesas. Desembarcó con unos 10.000 infantes y 1.000 jinetes y pasó el invierno en Tarraco reorganizando los restos del ejército romano en la península. Al año siguiente lanzó un osado ataque contra la mayor base cartaginesa, Cartago Nova, que logró conquistar al tiempo que estableció una red de importantes alianzas con los pueblos nativos. La suerte de la guerra en Hispania había cambiado y culminaría con la derrota y expulsión de todos los ejércitos cartagineses.
El siguiente objetivo de Escipión era llevar la guerra a África, a la propia Cartago, para obligar a Aníbal a abandonar Italia.
 
Grabado de la Batalla de Zama.
Tras la victoria en Zama frente a las tropas de Aníbal, el 19 de octubre del 202 a. C., la popularidad de Escipión alcanzó su punto álgido. Su retorno a Roma fue apoteósico, recibiendo grandes aclamaciones por cada pueblo y ciudad por donde pasaba la comitiva. Ya en la ciudad se celebró un gran triunfo por la victoria sobre Cartago, en el que participó el pueblo en masa. Paralelamente logró los nombramientos más elevados que e podían alcanzar: el de censor en 199 a. C. y el de princeps senatus, el primer senador de Roma, que abría los debates y orientaba el sentir de la curia, que ostentaría entre los años 199 y 184 a. C.
Fueron años en los que la facción de los afines a Escipión gozó de un mayor poder, accediendo de forma recurrente a las más altas magistraturas. El propio general Publio repitió consulado en 194 a. C.
Su prestigio entre el pueblo era tal, que algunos de sus rivales políticos temieron que alcanzase un excesivo poder llegando a quebrantar el orden republicano para convertirse en una suerte de rey, por lo que las campañas para desprestigiarlo se incrementaron. Y encontraron una buena oportunidad tras la guerra contra el rey persa Antíoco III.
Antíoco III el Grande estaba llevando a cabo una estrategia agresiva, de expansión de sus dominios, y contaba con el asesoramiento de un viejo enemigo de Roma: Aníbal, por lo que tarde o temprano  y ello ocurrió en el año 190 a. C. El mando del ejército romano correspondió a Lucio Cornelio Escipión, mientras que Publio marchó como legado. La guerra culminó con  la gran victoria para romana en la batalla de Magnesia, librada en diciembre de 190 a. C. El rey persa, que tenía a Aníbal como asesor militar, contó para la batalla con unos 50.000 efectivos, entre los que había 13.000 jinetes, de los que unos 6.000 eran caballería pesada -catafractos-, y también 54 elefantes. Mientras, el contingente romano, que estaba comandado por Lucio puesto que Publio estaba enfermo, contaba con unos 35. 000 hombres, entre los que había 4.200 jinetes  y 16 elefantes.
A pesar de que la guerra se saldó con una rotunda victoria para la República y que se logró una paz muy ventajosa, se dieron dos circunstancias que ensombrecieron el destino de Escipión. La primera de ellas fue que durante la contienda su hijo fue hecho prisionero y posteriormente puesto en libertad, con lo que sus enemigos sembraron la sospecha de que se había llegado a algún tipo de acuerdo con Antíoco. Y, la segunda, fue la acusación a Lucio y a otros altos mandos del ejército de haber recibido importantes cantidades de oro por rebajar las condiciones de paz.
Ara de Escipión en Liternum.
A finales del año 185 a. C. los enemigos políticos de Escipión decidieron que había llegado el momento de actuar contra él y fue acusado de alta traición y de colusión con Antíoco, a través de pactos secretos contrarios a los intereses de la República. Escipión acudió a la asamblea durante dos jornadas para defenderse de las acusaciones y, después, abandonó Roma para instalarse en su villa de Liternum. Los acusadores deseaban continuar con el proceso, pero intercedió Tiberio Sempronio Graco, tribuno de la plebe y el juicio no llegó a celebrarse, pasando Escipión los últimos días de su vida en el exilio.     

Escipión jamás volvió a Roma y se refugió en su villa de Liternum, cerca de Nápoles. Se trataba de un pequeño asentamiento fundado en el año 194 a. C., junto a otros como Puteoli y Volturnum, como colonia marítima, donde se instalaron unos trescientos veteranos de la Segunda Guerra Púnica.
Allí, alejado de la gloria y de la vida social de la metrópoli, se supone que escribió sus memorias hoy perdidas y falleció el 3 de diciembre del año 183 a. C.  
Según el escritor Valerio Máximo, en la tumba de Escipión se grabó el siguiente epitafio:
<<Patria ingrata, ni siquiera posees mis huesos>>. 

Reproducción del Foro de Liternum.
El sitio arqueológico de Liternum hoy se puede visitar y está compuesto por siete elementos fundamentales: El Foro, la Basílica, el Capitolio, el Teatro, las Tabernas, la Tumba de Escipión y la Via Domitiana. El Foro, como en cualquier asentamiento romano, constituye el centro de la vida pública. Tenía forma rectangular con orientación norte-sur y estaba rodeado casi en su totalidad por un pórtico encolumnado, hacia donde convergían los edificios más singulares de la colonia.  
La Basílica era el tribunal donde los magistrados de la colonia administraban justicia y estaba ubicada al sur-oeste del Foro. El Capitolio era el templo mayor de la colonia y estaba dedicado al Trío Capitolino: Júpiter, Juno, Minerva.
El Teatro fue construido en época imperial, tenía un diámetro de cuarenta metros y una capacidad para mil espectadores. Las Tabernas (tiendas y negocios) se abrían a ambos lados del Foro y, como en cualquier ciudad romana, representaban un aspecto fundamental para la subsistencia de la colonia. Entre ellos encontrábamos a los coactilares -trabajadores de la lana-, fullones -lavanderos-, pistores-molineros-, pomarii -verduleros-, etc... 
La Tumba de Escipión es el único monumento del Foro que está preservado en buenas condiciones. Hecho de piedra volcánica, el pequeño monumento constituye una suerte de cenotafio dedicada al gran militar romano. 
La Vía Domitiana atraviesa el Foro de Liternum de norte a sur. El nombre lo toma del emperador Domiciano. La vía mejoró las comunicaciones entre el puerto de Puteoli y el resto del imperio. Permaneció funcional hasta su destrucción por las huestes de Alarico en el año 420, siendo reconstruida en el siglo XVI por el Reino de Nápoles.
Plano del sitio arqueológico de Liternum.
Si desean profundizar sobre el personaje y el contexto histórico les recomendamos la siguiente bibliografía:

Título: Escipión y Aníbal.
Autor: Giovanni Brizzi.
Editorial: Ariel.
Formato: Tapa blanda.
Lugar y año de edición: Madrid, 2009.
Género: Ensayo / Historia.
Páginas: 400
ISBN: 978-84-344-8838-0
PVP: 28,85€



Título: Trilogía Africanus. Africanus el hijo del cónsul; Las legiones malditas: La traición de Roma.
Autor: Santiago Posteguillo.
Editorial: Ediciones B.
Formato: Tapa blanda.
Lugar y año de edición: Barcelona, 2021. 
Género: Novela histórica.
Páginas: 2456
ISBN: 978-84-1314-306-4 
PVP: 31,59€.


Esperamos que el artículo les haya resultado de interés.
 


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