Dejamos el año 1589 y a la Contra Armada inglesa de Francis Drake para retroceder algunos siglos y volver a la Antigua Roma, a un misterio que llegó a convertirse en leyenda y sobre el que los historiadores aún hoy no se ponen de acuerdo: la desaparición de la Novena Legión.
Posiblemente el emblema fuese un toro. |
Para encontrar los orígenes de la IX Legión debemos remontarnos en torno al año 60 a. C., cuando fue reclutada para defender la provincia de la Galia Narbonense (sureste de la Galia) de la invasión de los alóbroges, una tribu celta vecina.
A partir de aquí, la legión tuvo una vida larga y azarosa, participando en muchas de las batallas más importantes de su tiempo, cosechando victorias y derrotas. Así, la IX estuvo bajo el mando de Julio César durante la guerra de las Galias (58-51 a. C.), como también en la posterior guerra civil de la República (49-45 a. C.), luchando contra las legiones de Pompeyo en las batallas de Dirraquio y Farsalia. Tras la victoria del bando Cesariano, la legión fue licenciada, pero poco después Octavio la volvió a alistar para hacer frente a la insurrección de Sexto Pompeyo (hijo de Pompeyo el Grande).
Cuando estalló la guerra civil entre Marco Antonio y Octavio, la IX Legión se integró dentro del ejército del futuro emperador, participando en una batalla decisiva, la de Actium, librada el 2 de septiembre del año 31 a. C y que supuso una rotunda victoria para Octavio.
Las guerras Cántabras, desarrolladas entre los años 29 y 19 a.C., supondrán una dura prueba para las legiones. Hasta un total de ocho de ellas serán empleadas para doblegar la resistencia de cántabros y astures, entre las que se encuentra la IX Legión. El propio emperador Augusto se hará cargo de las operaciones durante los primeros años, trasladando la corte de Roma a Tarraco. La IX Legión se destacó en el frente cántabro y fue por ello que a partir de entonces recibió el sobrenombre de Hispana.
En el año 43, el emperador Claudio necesitaba afianzar su poder en la corte, y para ello el mejor camino era una victoriosa campaña militar. El objetivo del emperador era Britania y para ello reunió un ejército de cuatro legiones y tropas auxiliares (IX Hispana, II Augusta, XIV Gemina y XX Valeria Victrix) que puso bajo el mando de Aulo Plaucio, un competente militar.
En el año 60, Boudica, la reina de la tribu de los icenos, inició una rebelión que hizo peligrar el dominio romano de la isla. El legado de la IX Legión, Quinto Petilio Cerial, marchó con cuatro cohortes y tropas auxiliares a socorrer el asentamiento de Camulodonum (actual Colchester, a unos 90 kilómetros de Londres), pero sus tropas fueron emboscadas por las tribus rebeldes y las cohortes exterminadas. Petilio Cerial logró escapar junto con gran parte de su caballería, pero la IX Legión perdió aquella jornada un tercio de sus efectivos.
Más tarde, con la legión ya reforzada y la rebelión derrotada, la IX Hispana fue enviada al norte, a Ebaracum (actual York) y posteriormente aún más al norte, a Carlise, donde permanecería hasta su desaparición.
Con respecto a la desaparición de la IX Legión Hispana, un gran número de historiadores sostiene que fue exterminada en combate y los grandes interrogantes se presentan a la hora de identificar el momento y el lugar en el que ocurrió. De entre las diversas hipótesis, una de las más sólidas es la que sostiene que la IX Legión Hispana desapareció en torno al año 122 en tierras de Caledonia (actual Escocia) a causa de una emboscada. Esta hipótesis, que pasamos a resumir a continuación, no está exenta de especulación:
En el año 122 el emperador Adriano viajó hasta la provincia de Britania y decidió la construcción de un muro defensivo, al igual que en otras fronteras del imperio. Debemos recordar que política del nuevo emperador difería mucho de la de su predecesor,Trajano, abandonando las grandes campañas de conquista y optando por una política defensiva. Ese mismo año, el emperador decidió que fueran licenciados los hombres de trece alas de caballería y treinta y siete cohortes auxiliares destacados en la provincia, tras servir los veinticinco años reglamentarios, lo que debilitaba provisionalmente al ejército de Britania.
También se decide enviar a la IX Hispana desde Ebaracum más al norte, hasta Carlise, para participar en la construcción del muro, siendo en ese momento la legión acantonada más al norte de todo el imperio.
Las intenciones de los romanos no pasaron desapercibidas a las tribus caledonias que, de algún modo, lograron convencer al comandante de la IX para acudir más al norte (tal vez ofreciéndole el sometimiento de los caledonios, como había ocurrido en otras ocasiones, algo que agradaría al emperador) y hacia el norte marchó la legión junto con cuatro cohortes auxiliares y un ala de caballería, en total, unos siete mil quinientos hombres.
Las tribus caledonias habrían logrado reunir un contingente de más de treinta mil guerreros, similar al que movilizaron en el año 84 en la batalla del Monte Garupius, donde sufrieron una severa derrota ante la IX Legión, comandada entonces por Cneo Julio Agricola. Pero en esta ocasión, el resultado sería diferente y la legión junto con sus cohortes auxiliares fue aniquilada.
Otro aspecto en el que se fundamenta esta teoría es que a finales de ese año 122 la Legión VI Victrix abandonó con urgencia su base en el Bajo Rin para dirigirse a Britania e instalarse en York, presumiblemente para sustituir a la desaparecida IX Hispana.
Cuando estalló la guerra civil entre Marco Antonio y Octavio, la IX Legión se integró dentro del ejército del futuro emperador, participando en una batalla decisiva, la de Actium, librada el 2 de septiembre del año 31 a. C y que supuso una rotunda victoria para Octavio.
Tras siete años de enconada lucha, el jefe galo Vercingetorix entrega sus armas y se rinde a Julio César (por el pintor francés Lionel Noel Roger, 1899). |
En el año 43, el emperador Claudio necesitaba afianzar su poder en la corte, y para ello el mejor camino era una victoriosa campaña militar. El objetivo del emperador era Britania y para ello reunió un ejército de cuatro legiones y tropas auxiliares (IX Hispana, II Augusta, XIV Gemina y XX Valeria Victrix) que puso bajo el mando de Aulo Plaucio, un competente militar.
En el año 60, Boudica, la reina de la tribu de los icenos, inició una rebelión que hizo peligrar el dominio romano de la isla. El legado de la IX Legión, Quinto Petilio Cerial, marchó con cuatro cohortes y tropas auxiliares a socorrer el asentamiento de Camulodonum (actual Colchester, a unos 90 kilómetros de Londres), pero sus tropas fueron emboscadas por las tribus rebeldes y las cohortes exterminadas. Petilio Cerial logró escapar junto con gran parte de su caballería, pero la IX Legión perdió aquella jornada un tercio de sus efectivos.
Más tarde, con la legión ya reforzada y la rebelión derrotada, la IX Hispana fue enviada al norte, a Ebaracum (actual York) y posteriormente aún más al norte, a Carlise, donde permanecería hasta su desaparición.
Fragmento de una inscripción que hace referencia a la VIIII Legión Hispana, datada en el 108 en Ebaracum (York) y que se conserva en el Museo de Yorkshire. |
En el año 122 el emperador Adriano viajó hasta la provincia de Britania y decidió la construcción de un muro defensivo, al igual que en otras fronteras del imperio. Debemos recordar que política del nuevo emperador difería mucho de la de su predecesor,Trajano, abandonando las grandes campañas de conquista y optando por una política defensiva. Ese mismo año, el emperador decidió que fueran licenciados los hombres de trece alas de caballería y treinta y siete cohortes auxiliares destacados en la provincia, tras servir los veinticinco años reglamentarios, lo que debilitaba provisionalmente al ejército de Britania.
También se decide enviar a la IX Hispana desde Ebaracum más al norte, hasta Carlise, para participar en la construcción del muro, siendo en ese momento la legión acantonada más al norte de todo el imperio.
Uno de los ochenta pequeños fortines que se encontraban a lo largo de los 117 kilómetros del Muro de Adriano, junto con otros catorce grandes fuertes. |
Otro aspecto en el que se fundamenta esta teoría es que a finales de ese año 122 la Legión VI Victrix abandonó con urgencia su base en el Bajo Rin para dirigirse a Britania e instalarse en York, presumiblemente para sustituir a la desaparecida IX Hispana.
En Nimega, los epígrafes de la IX Hispana sitúan a, al menos parte de la unidad, en el Bajo Rin entre los años 104 y 120. Podría ser que algunas cohortes de la legión se acantonasen en esa zona para sustituir a las tropas que utilizó Trajano en su campaña contra los partos. Y cerca de allí, en Aquisgrán, hay un altar que fue inaugurado por el prefecto de campamento de la IX Legión, Lucio Latinio Macer. El altar prueba que una parte de la legión se encontraba allí, pero de haber sido la legión al completo lo más probable es que el legado o un tribuno fuesen los encargados de su inauguración.
Otra hipótesis sobre la supervivencia de la legión es la que tiene que ver con la carrera de dos tribunos laticlavios que sirvieron en ella. Se trata de Lucio Emilio Caro, que sirvió en torno al 119 y Lucio Norvio Crispino Marcialis Saturnino, en el 121, de los que sabemos que tuvieron unas largas carreras, mucho más allá del año 122, el de la supuesta destrucción de la unidad. Lo más probable es que Caro dejase la IX en el año 121, siendo sustituido por Saturnino, para emprender una exitosa carrera que le llevaría a ser cónsul y gobernador. La carrera de Saturnino, sin embargo, es un tanto peculiar, puesto que ésta se detuvo en seco tras el año 122 y tuvieron que transcurrir veinticinco años, para que en 147 el emperador Antonino Pío le otorgase el mando de una legión, la III Augusta, en África. ¿Por qué ese largo paréntesis de veinticinco años? ¿Sería tal vez por el desastre de la Hispana? ¿Escaparía del desastre Saturnino, como hiciera Petilio Cerialis durante la rebelión de Boudica, cayendo después en el ostracismo? Nos parece una interesante reflexión.
Por otro lado, si la legión continuaba en servicio después del año 122, ¿cuándo desapareció? Algunos autores son de la opinión que la legión fue aniquilada en Judea durante la Segunda Revuelta Judía, entre los años 132 y 135. Durante la revuelta, Roma tenía destacadas en Judea dos legiones, la X Fretensis y la VI Ferrata, que sufrieron graves pérdidas, pero no hay ninguna referencia conocida a la IX Hispana.
Otros autores sostienen que la desaparición de la legión tuvo lugar en una batalla contra los partos en Armenia, en el año 161, a comienzos del reinado de Marco Aurelio, pero parece más probable que se tratase de la XXII Deiotariana que de la IX Hispana.
Por último, también hay autores que son de la opinión que la legión no fue exterminada en combate, sino disuelta por haber cometido una grave indisciplina.
En cualquier caso, lo que es seguro es que en la relación de las legiones que se realizó durante los primeros años del reinado de Marco Aurelio, la IX Hispana ya no figuraba en ella.
¿Cuándo y cómo desapareció?, posiblemente nunca lo sabremos con certeza.
Otros autores sostienen que la desaparición de la legión tuvo lugar en una batalla contra los partos en Armenia, en el año 161, a comienzos del reinado de Marco Aurelio, pero parece más probable que se tratase de la XXII Deiotariana que de la IX Hispana.
Por último, también hay autores que son de la opinión que la legión no fue exterminada en combate, sino disuelta por haber cometido una grave indisciplina.
En cualquier caso, lo que es seguro es que en la relación de las legiones que se realizó durante los primeros años del reinado de Marco Aurelio, la IX Hispana ya no figuraba en ella.
¿Cuándo y cómo desapareció?, posiblemente nunca lo sabremos con certeza.
Esperamos que el artículo les haya resultado interesante y, si desean profundizar en este tema, les recomendamos la siguiente bibliografía:
Título: Legiones de Roma.
Autor: Stephen Dando-Collins.
Editorial: La Esfera de los Libros
Formato: Tapa dura.
Lugar y año de edición:
Género: Historia.
Páginas: 640
ISBN: 978-84-9134-311-1
PVP: 23,94€
Título: La legión romana.
Autor: Begoña Fernández Rojo.
Editorial: Nowtilus.
Formato: Tapa blanda.
Lugar y año de edición: Barcelona, 2019.
Género: Historia.
Páginas: 304
ISBN: 978-84-1305-029-4
PVP: 15,34€
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