lunes, 27 de abril de 2015

Divulga tu obra: "Garrochazo..." (de Héctor Alfredo Placenti)

Foto de voxpopulidelaciencia.blogspot.com.es
Presentamos un nuevo relato llegado desde Buenos Aires, Argentina. Su autor, Héctor Placenti, es Graduado en periodismo (1982), y nos cuenta que siempre quiso escribir, aunque nunca ejerció la profesión. La coyuntura económica y política del país en ese momento determinó que desarrollara otra actividad de rápida salida laboral: peluquero de caballeros. Por ese sillón, pasaron y fueron entrevistadas muchas personalidades. Una de ellas, decano de periodistas del Congreso de la Nación Argentina, fue el impulsor y nervio motor de "toda esta movida explosiva de intelectualidad". Catapultándolo desde su propio espacio haciéndolo arrancar, el 10 de setiembre del pasado año 2012, escribiendo: Milonga P’al Colorao. En otro aporte, salta con Bien de Peluquería, Titanio para Herminio, un relato, delirio de arrabal que publica en el blog Congreso Abierto. Don Armando Vidal, su director, le recomienda participar en certámenes literarios para dar rienda suelta a su creatividad literaria…

GARROCHAZO…

Intente Guidrobros, un salto de garrocha hacia la literatura. Aborde el relato, desparrame su inventiva en historias, narre relatos cortos y gratos. Haga sonreír a la gente que pasa malos momentos. Dibuje con su pluma un cuento que encuentre al hombre con sus semejantes. Hágale caso a Francisco, no tenga miedo de ser bueno, predique, camine…

No se quede quieto. Teclee fuerte. Encienda mechas de esperanzas. Se lo van a agradecer. Escribir es tener fe. Contagie. Ilumine. Un comentario bueno, una devolución, es como un saludo o una caricia que baja del cielo. Anímese, pegue un buen garrochazo y despegue, suave como patada de mosca…Marque la diferencia. Sume y multiplique afectos.

Un viejo escriba, retirado pero enamorado de su profesión, le taladra y picotea el cráneo, como si fuera un pájaro carpintero. Sabe que encontró una buena madera y trata de “tallarla”, de prepararla, le enseña, lo empuja hacia los máximos escenarios, lo ayuda.

El peluquero, absorbe como una esponja. Obediente, aprende. Enciende de madrugada su máquina computadora y comienza a escribir, en soledad. Se deja llevar, vuela. Intenta varias piruetas de improvisación constante, no le llaman demasiado la atención los discursos preparados y fuertemente elaborados. Prefiere, lo espontáneo. Apuesta a la transmisión directa del sentimiento, antes que a frases duras y elaboradas. Improvisa.

Sabe, entiende, percibe que debe dar en el centro del clavo, el martillazo justo, y tira: simpatía y seducción es una buena ejercitación para intentar salir de la pobreza. Proeza, nada fácil. Pero es más difícil, pasar un camello por la abertura del ojal de una cerradura. Siempre se debe intentar saltar. La inactividad, genera mayor cansancio, envejece más.

Pero la simpatía ayuda. Apunta en punta como una lanza que corre al viento, momento mágico pero no trágico, que colabora en estas horas para amansar ciertas amarguras que sobre el lomo de la cordura, galopan libres, sin ataduras con frescuras momentáneas, en instantáneas, pinceladas. El país sigue deshilachándose. Se desvanece la autoridad…

En las inmediaciones de la periferia barrial, donde a veces, suelen perderse los códigos más simples, dónde la vida toma desvíos, o acecha por atajos distorsivos de regularidad vulgar. En esos arrabales, se modifica la vida genuina y normal. Allí, junto a esas calles desprolijas, donde el barro se subleva, se revela la pobreza más extrema. La tóxica…

Terrenos bajos, inundables. Desesperaciones altas. Casas precarias. Ladrillos sin revoque o simplemente, ranchos de cartón, maderas y chapas desprolijas. Todo en falsa escuadra. Amontonados. Con pasillos estrechísimos. Con peajes caros. El caminó, alertando…

Se mezclan conductas en explosivas síntesis. Necesidades básicas, pobreza, ignorancia y promiscuidad. Bajeza humana que no se detiene. Combo peligroso. Mas drogas berretas, como el “paco”, ayudan a destruir neuronas sanas. Modificando hábitos. Aumentando el delito y el desorden en sus propios terrenos. Acechando y atacando víctimas indefensas.

Regresan, al salir del encierro, dando rienda suelta a sus delirios e inconductas. Vuelven a sembrar el caos en su propio seno familiar. La violencia es un boomerang que nunca se detiene y… “no tengamos miedo de ser buenos”, dice Francisco. El Papa. Hombre santo, humilde, que supo caminar por esas calles de tierras desparejas. Enseñando.

Ayudando, siempre ayudando. Es hora de volver a encontrarnos.

Alguien tiene que reunirnos, la literatura solamente no puede hacerlo, se precisan más manos amigas que intenten osados garrochazos…

2 comentarios:

  1. Bravo, pero aborde los cuentos del educador diferente. Cuente algo del profesor de la Universidad Popular de Wilde, el siempre inóxidable profesor Vicente Arquímides Tadeo.

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