miércoles, 1 de febrero de 2017

Hablamos de Hermann Hesse.

Hoy miércoles te queremos hablar de Hermann Hesse, uno de los escritores clásicos contemporáneos alemanes más importantes, un escritor imprescindible.

Hermann Hesse nació en la pequeña localidad alemana de Calw, en plena Selva Negra, un 2 de julio de 1877. Su familia era de fuertes convicciones cristianas y el joven Hermann parecía estar predestinado a estudiar teología. Sus padres pusieron su empeño en ello y, en 1891 el joven Hesse ingresó en el seminario evangélico de Maulbronn.
La experiencia fue muy traumática para Hesse, dado el clima de extrema rigidez de la institución, con sus múltiples prohibiciones. Esto motivó que se fugase del seminario en marzo de 1892, un año muy difícil para el futuro escritor, con continuos cambios de centro y frecuentes conflictos con sus padres. 
Calw, la localidad natal del genial escritor alemán.
En 1893 abandonó los estudios y obtuvo su primer trabajo, como aprendiz de librero en la pequeña ciudad de Esslingen am Neckar, cerca de Stuttgart, pero claudicó cuando sólo habían transcurrido tres días en su nuevo puesto. Seguidamente se empleó en una tienda de relojes de su localidad natal, donde ejerció durante algo más de un año. El trabajo era tedioso y mecánico; poco a poco va surgiendo en él la necesidad de desempeñar una actividad más intelectual, así que en 1895 retorna nuevamente al mundo de los libros, como aprendiz de librero en la librería Heckenhauer, en Tubinga, una librería especializada en libros antiguos y raros, y que hoy en día sigue en funcionamiento.
Son años en los que Hesse se siente motivado y se aplica en su trabajo en la librería, al tiempo que se enriquece leyendo los ricos fondos literarios que posee la Heckenhauer. En 1898 alcanza el puesto de ayudante de librero y, ese mismo año, publica su primer libro de poemas: "Canciones románticas".
Le seguirán un provechoso viaje a Italia, siguiendo los pasos de uno de sus referentes literarios -Goethe- y un empleo en una prestigiosa librería de Basilea, mientras no deja de escribir poemas, cuentos y relatos.
Algunas obras de Hermann Hesse, un autor imprescindible.
El año 1904 marca un nuevo punto de inflexión en la vida de Hesse, pues publica su primera novela; "Peter Camezind", que captará el interés de un prestigioso editor y le permitirá vivir de sus obras. Los años de la Primera Guerra Mundial serán una dura prueba para el escritor. Como no fue declarado apto para el servicio, se dedicó a atender a los prisioneros de guerra alemanes, pero el fallecimiento de su padre primero unido a la grave enfermedad de uno de sus hijos y a la esquizofrenia de su esposa supusieron una dura prueba que requirió de atención médica. No obstante, en 1917 escribió otra de sus grandes obras: "Demian", que se publicaría en 1919.

En 1922 aparece otra de sus grandes obras, "Siddhartha", en la que relata la vida de un joven sacerdote hindú que no cesa en la búsqueda continua de la sabiduría, el equilibrio y la paz interior. El 1927 aparece "El lobo estepario", una novela que combina lo autobiográfico con elementos fantásticos. 
En los años treinta, contempla con gran preocupación la agitación política en su Alemania natal, y trata de combatir el ascenso de los nazis con escritos desde el exilio, pero la prensa alemana ya no se atrevía a publicarlos. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, trabajó con ahínco en su última gran obra; "El juego de los abalorios", una obra que nos muestra una idílica sociedad futura, en el siglo XXV, en una provincia llamada Castalia, que está dedicada por entero a la actividad cultural.
En 1946 Herman Hesse recibe el Premio Nóbel de Literatura, No volverá a escribir novelas, su actividad se centrará en los cuentos, los relatos y las poesías. Fallecerá el 9 de agosto de 1962.
Hermann Hesse.
Compartimos contigo un pequeño fragmento de "Relatos esenciales", en la edición de Edhasa de 2003:
El lobo.

Nunca antes las montañas francesas habían sufrido un invierno tan frío y largo. Hacía semanas que el aire se mantenía claro, áspero y helado. Durante el día, los grandes campos de nieve, color blanco mate, yacían inclinados e interminables bajo el cielo estridentemente azul; de noche los atravesaba la luna, pequeña y clara, una luna helada, furibunda, con un brillo amarillento cuya luz fuerte se volvía azul y sorda sobre la nieve, y que parecía la escarcha en persona. Los seres humanos evitaban todos los caminos y, sobretodo, las alturas; apáticos y maldiciendo, permanecían en las cabañas, cuyas ventanas rojas, de noche, aparecían empañadas y turbias junto a la luz azul de la luna, y se apagaban pronto.

¡Hasta la próxima semana con un nuevo escritor o escritora!

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