La cita literaria de esta semana nos viene de la mano del poeta y filósofo alemán Heinrich Heine, posiblemente uno de los últimos representantes del Romanticismo. Es una cita muy popular que posiblemente hayas leído o escuchado antes y, aunque su enunciado es hermoso, la Historia nos ha demostrado que no siempre ha sido así:
<<Donde se quiere a los libros también se quiere a los hombres>>
Heinrich Heine tuvo una vida no exenta de complicaciones, casi podríamos decir que desgraciada. Nació un 13 de diciembre de 1797 en Düsseldorf. Su familia era de ascendencia judía, bien establecida gracias a sus actividades comerciales. Su padre siempre quiso que Heinrich, el primogénito de cuatro hermanos, siguiera con la tradición familiar, pero éste demostró no tener aptitudes para los números. Su origen judío le acarreará problemas en Alemania y finalmente acabará por convertirse al Cristianismo hacia 1825, acción que el propio Heine describió como "el billete de ingreso a la cultura europea", aunque años más tarde reconoció con ironía que fue una claudicación oportunista a los prejuicios de su época que no le sirvió de nada.
Heinrich Heine, el último exponente del Romanticismo. |
Sus primeras obras aparecerán cuando Heine esté ya en Berlín. La primera data de 1822 y llevaba por título "Gedichte". Al año siguiente, en 1923 publicó "Intermezzo lírico", obra unida a las tragedias "Almanzor" y "Ratcliff". En 1826 publicó la primera parte de sus "Cuadernos de viaje", que culminaría en 1831. Ese mismo año de 1831 tiene que trasladarse a París debido a sus feroces críticas a la Academia alemana.
En 1835 publicó un ensayo sobre la cultura alemana y estudios sobre Cervantes y Shakespeare, año en que se prohibieron sus obras en Alemania.
Falleció en París el 17 de febrero de 1856 tras una larga enfermedad que lo había dejado postrado en la cama durante más de cinco años.
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