Julius Henry Marx nació en Nueva
York el 2 de octubre de 1890, en el seno de una familia judía de origen alemán. Su madre procuró enseñarles música desde muy niños y por ello Groucho debutó como cantante cuando apenas contaba con quince años de edad y poco tiempo después comenzó a actuar junto a sus hermanos.
Groucho Marx, con su característico bigote pintado, puro en mano. |
En 1921 rodaron una primera película titulada Humor Risk, un filme que resultó un absoluto fiasco. A mediados de los años veinte, la obra Cocoanuts permitió a los hermanos Marx darse a conocer en Broadway, lo que les abrió las puertas del cine, de la mano de la Paramount. Fruto de esa colaboración nacieron cintas como "Sopa de Ganso" (1933). Tras esta película, los hermanos Marx inician una nueva etapa, en esta ocasión, con la Metro Goldwyn Mayer, fruto de la que nacerán títulos como "Una noche en la ópera" (1935), "Un día en las carreras" (1937) o "Tienda de locos" (1941).
A Groucho Marx también se le reconoce su faceta literaria y, en español, se han
publicado dos libros de memorias, “Groucho y yo” y “Memorias de un amante
sarnoso”; algunos de sus cuentos, “¡Sálvese quien pueda! y otras historias
inauditas”; su correspondencia selecta: “Las cartas de Groucho”; el guión
radiofónico de "Groucho y Chico abogados" y la novela “Camas”.
"Memorias de un amante sarnoso" y "Cartas de Groucho", dos oportunidades para acercarnos al particular universo de este irrepetible personaje, editadas por Edhasa y Anagrama respectivamente. |
Compartimos con ustedes un
pequeño fragmento de “Las cartas de Groucho”:
15 agosto 1956
Queridos Alfred y Lynn:
Habréis advertido que he puesto
primero a Alfred porque es el más alto.
Pensaba que podría aceptar
vuestra amable invitación, pero se han amontonado inesperadamente las cosas
desde todas partes y, afortunadamente para vosotros, no podré ir a Wisconsin.
No tenéis ni idea de lo
afortunados que sois, porque soy un invitado particularmente aborrecible y como
como un buitre. Desgraciadamente, el parecido no acaba aquí.
Quizá el próximo verano, cuando
yo sea más viejo y menos complicado, me renovaréis esta invitación.
Mi afecto para los dos, y fue
maravilloso veros en Broadway.
Con los mejores deseos,
Groucho.
Y, a continuación, un fragmento de “Memorias de un
amante sarnoso”:
Ahora es un hombre de mediana
edad. Pero, cuando tenía veinte años, era un calavera y un playboy. Le gustaban
las mujeres, pero su verdadero amor era el póquer. A medida que fueron
envejeciendo, la mayoría de los amigos con quienes jugaba a cartas se casaron y
encontraron otros sistemas de diversión. Además, si has estado casado alguna
vez, sabrás que cuando llega el amor normalmente la libertad sale volando por
la ventana.
Alex no era de la clase de
individuos que se casa. Decía a menudo que nunca había conocido a una chica que
pudiera proporcionarle más placer que una buena partida de póquer. No obstante,
cada vez se le hacía más difícil reunir los jugadores suficientes para celebrar
una de aquellas maravillosas veladas que solía montar en una pequeña y recoleta
estancia, llena de humo de cigarros, cigarrillos, tabaco de pipa, cerveza y
whisky. A pesar de que el hedor resultaba apabullante, una habitación con una
mesa para jugar a cartas parece entusiasmar a la mayoría de los hombres. Creo
que esto sucede porque es uno de los pocos sitios retirados que quedan para
apartarse de la conversación que sostienen la mayoría de las mujeres.
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