Si la semana pasada nos trasladábamos hasta el siglo XVII para sumergirnos en Nueva Amsterdam, la primitiva Nueva York, hoy retrocederemos en el tiempo hasta la Hispania Romana para hablarles de un conocido monumento funerario: La Torre de los Escipiones, en las proximidades de la antigua Tarraco.
La Torre de los Escipiones, un monumento funerario del siglo I que erróneamente se ha relacionado con los hermanos Publio y Cneo Cornelio Escipión. |
Así pues, la conocida como Torre de los Escipiones, posiblemente sea el mausoleo de una familia acomodada, que se levantó en el lugar donde la Vía Augusta pasaba por los terrenos de la familia. Debemos recordar que que los romanos no enterraban en el interior de las ciudades, sino en el exterior de las murallas y a ambos lados de las calzadas, una norma que venía desde mediados del siglo V a. C. y que estaba recogida en la Ley de las XII Tablas (un texto que contenía las normas básicas de convivencia del pueblo de Roma) y lo hacían así principalmente por motivos de seguridad y de sanidad, para evitar incendios y epidemias.
Publio Cornelio Escipión (padre) y Cneo Cornelio Escipión fueron dos personajes de relevancia durante la Segunda Guerra Pública, la contienda que enfrentó a la República Romana y a Cartago en su pugna por el control del Mediterráneo occidental. Ambas potencias estaban destinadas a enfrentarse y, en esta ocasión, el casus belli fue la destrucción de la ciudad de Sagunto, aliada de Roma, por las tropas cartaginesas.
La estrategia romana había sido planificada para combatir en dos frentes y para ello el cónsul Publio Cornelio Escipión sería enviado a Hispania con dos legiones y tropas auxiliares, donde se enfrentaría con las tropas de Aníbal; mientras que el otro cónsul de ese año, Tiberio Sempronio Longo, fue enviado a Silicia para preparar la invasión de Cartago. Pero los planes romanos se vieron truncados cuando Aníbal y sus tropas cruzaron Los Alpes, en una maniobra arriesgada. Aníbal era consciente de la superioridad de la flota romana y de los riesgos de las operaciones navales, aspecto que quedó patente durante la Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.) y por ello decidió que llevaría la guerra a Italia invadiéndola desde su capital en Hispania, Cartago Nova. Para la empresa alistó un ejército de grandes proporciones, compuesto por unos 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes, esperando además, que se le sumasen elementos galos durante el trayecto.
Este ejército se fue abriendo camino a través de valles, montañas y ríos, combatiendo contra pueblos hostiles y logrando la alianza de otros, sufriendo innumerables bajas y deserciones, pero logró atravesar los Pirineos y sorprender a los romanos, que tuvieron que cambiar su estrategia. Escipión trató de interceptarlo antes de que Aníbal cruzase el Ródano (un río caudaloso y de más de doscientos metros de ancho), pero el cartaginés se le adelantó y entonces el cónsul decidió regresar a Italia para hacerse cargo de las dos legiones acantonadas en el valle del Po, mientras su hermano Cneo siguió rumbo a Hispania con otras dos legiones. Por otro lado, el cónsul Longo abandonó Sicilia y regresó a Italia, con lo que los planes para la invasión de Cartago quedaron suspendidos.
Escipión se enfrentó a Aníbal en la batalla del río Tesino, que será la primera de una serie de dolorosas derrotas romanas (Tesino, Trasimeno y Cannas). Durante la batalla el cónsul resultó herido y, según Tito Livio, fue su propio hijo Publio Cornelio Escipión que entonces tenía dieciséis años (futuro Escipión el Africano) quien logró ponerlo a salvo mediante una temeraria carga de caballería. Tras estas derrotas a Roma no le quedó otra opción que adoptar una estrategia defensiva en Italia, mientras en Hispania las tropas de Cneo lograban algunas pequeñas victorias.
Una vez recuperado de sus heridas en Tesino, Publio Cornelio Escipión, con el rango de procónsul, toma el mando de las tropas destacadas en Hispania. El objetivo principal de Escipión era fijar a los ejércitos cartagineses allí y evitar que enviasen refuerzos a Aníbal en Italia.
Las tropas romanas lograron impedir el envío de un ejército de refuerzo a Aníbal en 215, derrotando al general Asdrúbal Barca en la batalla de Dertosa (actual Tortosa), con lo que las posiciones romanas al norte del Ebro quedaron reforzadas y les permitió emprender expediciones de saqueo hacia el sur. Al mismo tiempo, las victorias en Hispania suponían un enorme alivio para Roma, que tras las sucesivas derrotas en Italia, sus ejércitos se mantenían a la defensiva mientras Aníbal campaba por toda Italia y amenazaba a la propia Roma.
En 211 los hermanos Escipión deciden lanzar una gran ofensiva hacia el sur, para lo cual cuentan con el apoyo adicional de unos 20.000 guerreros celtíberos, con la que pretenden enfrentarse y destruir a los tres ejércitos cartagineses que operan en la península y que estaban comandados por Asdrúbal Barca, Magón Barca y Asdrúbal Giscón. Los romanos decidieron dividir sus fuerzas y Publio tomó a dos tercios de los legionarios y a las tropas auxiliares itálicas para enfrentarse a Giscón y Magón, mientras que los legionarios restantes y los 20.000 mercenarios celtíberos quedaron bajo el mando de Cneo que los dirigió contra Asdrúbal Barca.
Las tropas de Publio se enfrentaron con los cartagineses en un combate muy reñido, hasta que la caballería númida comenzó a atacar los flancos de la formación romana. Según parece, el cónsul fue alcanzado por una jabalina y cayó de su caballo mortalmente herido, lo que desmoralizó a sus tropas y aceleró la aniquilación del ejército romano.
A Cneo tampoco le marchaban bien las cosas, porque los mercenarios celtíberos le traicionaron y abandonaron a los romanos, cuyas fuerzas quedaron reducidas a unos 10.000 hombres, con los que inició una retirada hasta que fue alcanzado por los tres ejércitos cartagineses y sus tropas fueron exterminadas.
Tras el desastre, desde Roma se envío a Cayo Claudio Nerón con un contingente de unos 12.000 hombres, para que tratase de mantener la línea defensiva del Ebro.
Un año más tarde, Publio Cornelio Escipión (hijo) desembarca en Tarraco al frente de un contingente de 10.000 hombres, agrupa a las fuerzas romanas supervivientes bajo su mando y comienza una ofensiva hacia el sur, conquistando Cartago Nova en 209, tras la cual los pueblos íberos comienzan a pasarse en masa al bando romano. El avance de las tropas romanas ya no se detendrá y en 206, con la toma de Gades, los cartagineses son expulsados definitivamente de Hispania. La guerra en este escenario ha terminado y las siguientes operaciones de importancia serán en el Norte de África y en la misma Cartago.
La estrategia romana había sido planificada para combatir en dos frentes y para ello el cónsul Publio Cornelio Escipión sería enviado a Hispania con dos legiones y tropas auxiliares, donde se enfrentaría con las tropas de Aníbal; mientras que el otro cónsul de ese año, Tiberio Sempronio Longo, fue enviado a Silicia para preparar la invasión de Cartago. Pero los planes romanos se vieron truncados cuando Aníbal y sus tropas cruzaron Los Alpes, en una maniobra arriesgada. Aníbal era consciente de la superioridad de la flota romana y de los riesgos de las operaciones navales, aspecto que quedó patente durante la Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.) y por ello decidió que llevaría la guerra a Italia invadiéndola desde su capital en Hispania, Cartago Nova. Para la empresa alistó un ejército de grandes proporciones, compuesto por unos 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 37 elefantes, esperando además, que se le sumasen elementos galos durante el trayecto.
Las tropas de Aníbal cruzando Los Alpes, una maniobra que desbarató los planes ofensivos de Roma. |
Escipión se enfrentó a Aníbal en la batalla del río Tesino, que será la primera de una serie de dolorosas derrotas romanas (Tesino, Trasimeno y Cannas). Durante la batalla el cónsul resultó herido y, según Tito Livio, fue su propio hijo Publio Cornelio Escipión que entonces tenía dieciséis años (futuro Escipión el Africano) quien logró ponerlo a salvo mediante una temeraria carga de caballería. Tras estas derrotas a Roma no le quedó otra opción que adoptar una estrategia defensiva en Italia, mientras en Hispania las tropas de Cneo lograban algunas pequeñas victorias.
Una vez recuperado de sus heridas en Tesino, Publio Cornelio Escipión, con el rango de procónsul, toma el mando de las tropas destacadas en Hispania. El objetivo principal de Escipión era fijar a los ejércitos cartagineses allí y evitar que enviasen refuerzos a Aníbal en Italia.
Las tropas romanas lograron impedir el envío de un ejército de refuerzo a Aníbal en 215, derrotando al general Asdrúbal Barca en la batalla de Dertosa (actual Tortosa), con lo que las posiciones romanas al norte del Ebro quedaron reforzadas y les permitió emprender expediciones de saqueo hacia el sur. Al mismo tiempo, las victorias en Hispania suponían un enorme alivio para Roma, que tras las sucesivas derrotas en Italia, sus ejércitos se mantenían a la defensiva mientras Aníbal campaba por toda Italia y amenazaba a la propia Roma.
En este mapa podemos observar los movimientos de romanos y cartagineses durante la Segunda Guerra Púnica, que afectaron a tres escenarios principales: Italia, Hispania y Norte de África. |
Las tropas de Publio se enfrentaron con los cartagineses en un combate muy reñido, hasta que la caballería númida comenzó a atacar los flancos de la formación romana. Según parece, el cónsul fue alcanzado por una jabalina y cayó de su caballo mortalmente herido, lo que desmoralizó a sus tropas y aceleró la aniquilación del ejército romano.
A Cneo tampoco le marchaban bien las cosas, porque los mercenarios celtíberos le traicionaron y abandonaron a los romanos, cuyas fuerzas quedaron reducidas a unos 10.000 hombres, con los que inició una retirada hasta que fue alcanzado por los tres ejércitos cartagineses y sus tropas fueron exterminadas.
Tras el desastre, desde Roma se envío a Cayo Claudio Nerón con un contingente de unos 12.000 hombres, para que tratase de mantener la línea defensiva del Ebro.
Un año más tarde, Publio Cornelio Escipión (hijo) desembarca en Tarraco al frente de un contingente de 10.000 hombres, agrupa a las fuerzas romanas supervivientes bajo su mando y comienza una ofensiva hacia el sur, conquistando Cartago Nova en 209, tras la cual los pueblos íberos comienzan a pasarse en masa al bando romano. El avance de las tropas romanas ya no se detendrá y en 206, con la toma de Gades, los cartagineses son expulsados definitivamente de Hispania. La guerra en este escenario ha terminado y las siguientes operaciones de importancia serán en el Norte de África y en la misma Cartago.
Título: La conquista romana de Hispania.
Autor: Javier Negrete, con ilustraciones de Sandra Delgado.
Editorial: La Esfera de los Libros.
Formato: Tapa dura.
Lugar y año de edición: Madrid, 2018.
Género: Historia.
Páginas: 300
ISBN: 978-84-9164-245-9
PVP: 23,94€
Título: La aventura de los romanos en Hispania.
Autor: Juan Antonio Cebrián.
Editorial: La Esfera de los Libros.
Formato: Tapa dura.
Lugar y año de edición: Madrid, 2017
Género: Historia
Páginas: 264
ISBN: 978-84-9164-105-6
PVP: 21,06€
Título: Los romanos en Hispania.
Autor: Rafael Fontán Barreiro.
Editorial: Edaf.
Formato: Tapa blanda
Lugar y año de edición: Madrid, 2020.
Género: Historia.
Páginas: 256
ISBN: 978-84-414-4020-3
PVP: 17,31€
Título: Breve Historia de Hispania.
Autor: Jorge Pisa Sánchez.
Editorial: Nowtilus.
Formato: Tapa blanda.
Lugar y año de edición: Barcelona, 2009.
Género: Historia.
Páginas: 256
ISBN: 978-84-9763-768-8
PVP: 12,93€
Título: Africanus. El hijo del cónsul (volumen I de la Trilogía Africanus, los otros títulos son Las legiones malditas y La traición de Roma).
Autor: Santiago Posteguillo.
Editorial: Ediciones B.
Formato; Tapa dura (también disponible en bolsillo)
Lugar y año de edición: Barcelona, 2018.
Género: Novela histórica.
Páginas: 720
ISBN: 978-84-666-6400-4
PVP: 22,02€
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