Este miércoles queremos recordar la figura de Umberco Eco, que nos dejó el pasado día 19 de febrero, a los 84 años de edad. Filósofo y escritor, lo recordaremos por algunas de sus novelas, sus múltiples ensayos y su crítica constante a la corrupción política y a la manipulación periodística.
Umberto Eco fotografiado en su domicilio |
A causa de su reciente fallecimiento se ha precipitado el lanzamiento de su último libro, que estaba previsto para mayo, pero la editorial La Nave di Teseo lo sacará a la venta este viernes en Italia. La obra lleva por título "Pape Satan Aleppe", un título que retoma las palabras iniciales del canto VII del Infierno de La divina Comedia. Recoge ensayos y discursos sobre temas de actualidad publicados en el semanario L´Espresso, en el que colaboraba habitualmente.
Nació en 1932, en la región del Piamonte. Cursó estudios de Filosofía y Letras, doctorándose en 1954 por la Universidad de Turín. A lo largo de su vida publicó gran cantidad de ensayos, siendo el primero "El problema estético en Tomás de Aquino" (1956). Su obra narrativa la componen siete novelas, comenzado por "El nombre de la rosa" (1980), "El péndulo de Foucault" (1988), "La isla del día antes" (1994), "Baudolino" (2000), "La misteriosa llama de la Reina Loana" (2004), "El cementerio de Praga" (2010) y "Número cero", que llegó a las librerías en España el pasado año 2015.
Algunas de las novelas del escritor italiano |
Te dejamos unos pequeños fragmentos de algunas de sus obras:
Ubertino se veía preocupado.
- ¿Y entonces? -preguntó.
- Entonces -dijo Guillermo-, ve a hablar con el Abad. Pídele una cabalgadura, provisiones, y una carta para alguna abadía lejana, al otro lado de los Alpes. Y aprovecha la niebla y la oscuridad para salir enseguida.
- ¿Pero acaso los arqueros no vigilan las puertas?
- La abadía tiene otras salidas; el Abad las conoce. Bastará con que un sirviente te espere un poco más abajo, con una cabalgadura. Tu saldrás por algún punto de la muralla, cruzarás un trecho de bosque y te pondrás en camino. Pero hazlo enseguida, antes de que Bernardo se recobre del éxtasis de su triunfo. Yo he de ocuparme de otro asunto. Tenia dos misiones: una ha fracasado, que al menos no fracase la otra. Quiero echar mano a un libro, y a un hombre. Si todo va bien, estarás fuera antes de que pueda inquietarme por tí. De modo que adiós.
Abrió los brazos. Conmovido, Ubertino lo estrechó entre los suyos:
- Adiós, Guillermo, eres un inglés loco y arrogante, pero tienes un gran corazón. ¿Volveremos a vernos?
- Sin duda -lo tranquilizó Guillermo-, Dios lo querrá.
Pero Dios no lo quiso.
Fragmento de "El nombre de la Rosa".
En diciembre se convocaba el consejo de guerra, y mientras tanto había aparecido otro documento, una carta a los alemanes del agregado militar italiano Panizzardi, donde se mencionaba a <<Ese canalla de D...>> que le había vendido los proyectos de algunas fortificaciones. ¿D era Dreyfus? Nadie osaba ponerlo en duda, y sólo más tarde se descubriría que era un tal Dubois, un empleado del ministerio que vendía informaciones a diez francos cada una. Demasiado tarde, el 22 de diciembre, Dreyfus era reconocido culpable y a primeros de enero era degradado en la Ecole Militaire. En febrero sería embarcado hacia la Isla del Diablo.
Fragmento de "El cementerio de Praga"
Roberto, ante la obstinación del viejo, intentaba retrasar el momento de su ruina.
- Mas si se arría la campana con el cabestrante -preguntábale-, ¿cómo se desengancha luego la amarra? Si no, la cuerda le refrena y no puede Vuestra Merced alejarse del navío.
Caspar contestaba que, una vez él en el fondo, Roberto habría dado en la cuenta porque la amarra habríase aflojado: y en ese punto se la cortaba. ¿Creía acaso que él debía volver por el mismo camino? Una vez en la Isla habría ido a recuperar la barca, y con aquella habría vuelto, si Dios quería.
Mas en cuanto estuviere en tierra, cuando se hubiere desligado de las correas, la campana, si otro cabestrante no la hubiere mantenido levantada, habría bajado para tocar tierra aprisionándolo.
- ¿Queréis pasar el resto de vuestra vida en una isla encerrado en una campana?
Y el viejo contestaba que, una vez libertado de aquellas bragas, no tenía sino que rasgar la piel con su cuchillo, y habría salido afuera como Minerva de la cabeza de Júpiter.
Fragmento de "La isla del día de antes"
- ¿Bonito, verdad? Es una composición mía. He utilizado una salamandra, un murciélago, las escamas de una serpiente... Un dragón del subsuelo. Me he inspirado en esta obra... -Me mostró, en otra mesa, un grueso volumen en folio, encuadernado en pergamino antiguo, con cintas de cuero-. Me ha costado un ojo de la cara, no soy un bibliófilo pero quería tener esto. Es el Mundus Subterraneus de Athanasius Kircher, primera edición, 1665. Igualito, ¿verdad? Vive en las grietas de los volcanes, decía ese buen jesuita que lo sabía todo, lo conocido, lo desconocido y lo inexistente...
- Usted siempre piensa en los subterráneos -dije, recordando nuestra conversación en Munich y las frases que había oído a través de la oreja de Dionisio.
Abrió el volumen por otra página: en ella se veía una imagen del globo terráqueo que parecía un órgano anatómico hinchado y negro, atravesado por una tela de araña de venas fosforescentes, onduladas y flameantes.
- Si Kircher tenía razón, hay más senderos en el corazón de la Tierra que en su superficie.
Fragmento de "El péndulo de Foucault"
Te dejamos un enlace al sitio web del autor:
Esperamos que te hayan gustado los fragmentos que hemos seleccionado.
¡Hasta el próximo miércoles!
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