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Gloria Acosta |
¿Nos
hablas de ti?
Desde
mi infancia, en La Palma, quise ser maestra, así que dejé mi isla para estudiar en la
Escuela de Magisterio de La Laguna. Continué con el curso puente de
Pedagogía, pero mi primer destino en El Hierro me obligó a dejar los estudios y
comenzar mi labor docente. A continuación ejercí
mi profesión en centros del norte de Tenerife y ahora lo hago en un instituto
de educación secundaria donde imparto las áreas de lengua, literatura y francés.
Siempre
tuve afición por lo literario
y por cualquier expresión artística. Recuerdo mi primer diario como una cajita de
desahogos. El trabajo, la vida familiar, la rutina, relegaron a un segundo
plano esa inquietud hasta hoy. No me había planteado sacar a la luz lo que
consideraba un simple
ejercicio de expresión personal de sentimientos, emociones y fantasías.
Agradezco a las personas que me han animado a ello y me han impulsado a
lanzarme a este “vertiginoso trapecio”.
¿Por
qué elegiste el seudónimo Palmera para participar?
Me
ha acompañado siempre,
desde que dejé mi isla natal. Los amigos cercanos me llamaban así de forma
cariñosa y siempre que debo
usar seudónimo lo adopto por una cuestión sentimental.
¿Por
qué decidiste escribir ese relato?
Al
principio, cuando leí el tema del certamen, no supe cómo abordarlo. Me pareció
complejo y pensé en varios personajes y situaciones. Finalmente casi me atrapó
más a mí que yo a él. Quise
unir un relato fantástico, con unas reminiscencias una tanto kafkianas, a esa
idea del realismo mágico asociado a leyendas populares en torno al Teide.
¿Qué
representa el Teide para ti?
De
pequeña, era ese gran volcán
que veía desde la lejanía soñando con pisarlo un día. Cuando llegó ese
momento, en el que haces noche en el refugio para terminar su ascensión y ver
amanecer, ya lo haces tuyo. Entonces, cuando
ya desaparece esa gran montaña y ves a tus pies las islas, es cuando toma
relevancia el Teide haciéndote ese regalo.
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