Hoy miércoles queremos recordar a Steven Saylor, escritor estadounidense nacido el 23 de marzo de 1956. Desde siempre se ha sentido fascinado por la antigua Roma, por ello cursó estudios en Historia en la Universidad de Texas y lo hemos podido ver con frecuencia ejerciendo como comentarista en History Channel, especialmente en documentales que tratan sobre la política y vida cotidiana de los romanos.
Steven Saylor, el escritor que hoy recordamos |
Su obra literaria es bastante amplia y casi toda ella centrada en la narrativa histórica, salvo por una serie de libros de ficción erótica que publicó bajo el seudónimo de Aaron Travis. Dentro de sus obras históricas, tenemos que destacar la serie Roma Sub Rosa, ambientada en Roma y protagonizada por Gordiano el Sabueso. La serie la componen catorce títulos, el primero se publicó en 1991 bajo el título de Sangre Romana mientras que el último de esta serie lleva por título "Las Siete Maravillas" y fue publicado en España en 2014 por La Esfera de los Libros.
Además de esta larga serie, Steven Saylor es autor de dos meritorias novelas, como no, sobre Roma. Nos referimos a "Roma. La novela de la Antigua Roma" y a "Imperio. La novela de la Roma de los emperadores". La primera de ellas da vida a la epopeya de los primeros mil años de existencia de la ciudad, desde antes de su fundación hasta su confirmación como capital de uno de los Imperios más poderosos de todos los tiempos. Lo hace siguiendo la variable fortuna de las sucesivas generaciones de dos familias a través de los tiempos.
La segunda novela toma el testigo de la anterior y arranca donde ésta finalizó. Las sucesivas generaciones de la familia Pinario vuelven a ser testigos y protagonistas de unos de los momentos culminantes de la Antigüedad: el esplendor del mundo romano, desde Augusto y su posterior decadencia hasta la caída de Roma.
En dos novelas recorreremos toda la historia de Roma, además con una buena dosis de acción y aventura, bien documentada con las fuentes históricas y los últimos descubrimientos arqueológicos. Estas dos meritorias obras, publicadas en España también por La Esfera de los Libros, han cautivado a más de 30.000 lectores.
A continuación te dejamos con unos pequeños fragmentos de algunas de sus obras:
Resultó que Antípatro y yo éramos los únicos pasajeros de la pequeña embarcación. Deslizándonos por el Tíber bajo la luz de las estrellas, acomodado entre el equipaje, estaba tan excitado que no podía dormir. También Antípatro estaba en vela. Decidí preguntarle entonces algo que venía preocupándome.
- Maestro, el Tíber nos conducirá durante la noche hasta Ostia, ¿verdad?
- Así es.
- Y en Ostia, reservaremos pasaje en un barco que nos llevará hasta nuestro primer destino: la ciudad de Éfeso, en la costa de Asia.
- Ese es el plan.
- Éfeso, porque tienes allí un amigo de confianza en casa del cual podemos alojarnos, pero también porque Éfeso alberga el gran Templo de Artemisa, una de las Siete Maravillas del mundo.
- Correcto.
- Porque tu intención es que a lo largo de nuestro viaje visitemos la totalidad de esas Siete Maravillas.
-¡Si! -incluso bajo la luz de las estrellas, vi que sonreía y que le brillaban los ojos.
- Maestro, he estado pensando en una cosas que te he oído hoy decirle a mi padre. Le has dicho: <<La gente dice siempre: "Antes de morir, quiero ver las Siete Maravillas del mundo". Ya ahora qeu estoy muerto, tendré por fin tiempo de verlas todas>>.
Fragmento de "Las Siete Maravillas".
Al llegar al pie de la escarpada colina Capitolina, pasé frente al pórtico del cementerio privado de la familia, donde algunos años antes me había entrevistado en secreto con Clodia, la víspera del proceso por asesinato incoado contra Marco Celio. ¡Cómo me había fascinado su hermosura misteriosa, traicionera y esquiva! En toda mi vida, Clodia había sido la única mujer que me había tentado y puesto en la tesitura de abandonar a Bethesda. Hasta ahora...
Con independencia de la tortuosidad de mi ruta, al margen de los recuerdos que cada rincón me suscitaba, fuesen divertidos, excitantes o perturbadores, mis pies sabían muy bien adónde me conducían.
Y en esto llegué a la puerta de su vivienda, custodiada por aquel perro que no ladró al olfatear mi presencia. ¿Acaso me sorprendía? Un poco. La parte de mí que deseaba -completamente, sin duda, más allá de los dictados de la razón- había conseguido burlar a esa otra parte que con total sensatez me decía que aquello era imposible, inadecuado, absurdo. La absurdidad, más que cualquier otra cosa, podría haberme hecho recapacitar. Un hombre de avanzada edad que suspira por las caricias de una joven hermosa constituye, invariablemente, una escena caracterizada por el absurdo. Me vinieron a la mente todos los viejos lujuriosos que había visto en el teatro y sentí vergüenza ajena ante la idea de protagonizar un espectáculo cómico semejante.
Fragmento de "La adivina de Roma"
Los libros de los que hemos tomado los textos |
Esperamos que te hayan gustado los fragmentos que hemos elegido, ¡volvemos el próximo miércoles!
Te dejamos un enlace a la web de Steven Saylor para que puedas conocer mejor su trabajo:
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