La cita literaria de la semana la tomamos de René Descartes, filósofo francés que nació en La Haye el 31 de marzo de 1596.
Descartes recibió una buena formación en uno de los colegios de más prestigio de Francia en ese momento, el colegio jesuita de La Fleche. Posteriormente estudió Derecho en la Universidad de Poitiers, finalizando sus estudios en 1616. Cuando contaba poco más de veinte años marchó hacia los Países Bajos para enrolarse en el ejército de Mauricio de Nassau, en lo que supondrá el inicio de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
Durante el crudo invierno de 1619, permaneció aislado en una habitación al calor de una estufa y, al parecer, en tales circunstancias tuvo unos sueños premonitorios, que le decían que debía consagrar su vida a la ciencia. Convencido de ello, abandona el ejército y emprende una pequeña etapa de viajes por Alemania y los Países Bajos, hasta retornar a Francia en 1622. No pasa mucho tiempo en su país de origen y pronto emprende nuevos viajes, principalmente a Italia. En sus viajes procura relacionarse y conocer a los científicos más importantes del momento.
En 1637 publicó una de sus obras más importantes, "El Discurso del Método", que trata de romper con el viejo mundo medieval y apuesta por la creación de otro nuevo, lejos de las cadenas tradicionales, planteando una nueva actitud investigadora, donde las matemáticas y las ciencias cobraban gran importancia.
El que es fuera el padre de la filosofía y el pensamiento moderno, falleció el 11 de enero de 1650 en Estocolmo.
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