miércoles, 22 de julio de 2020

Pinceladas históricas: La Contra Armada; "La Invencible Inglesa".

Si la semana pasada nos trasladábamos hasta la Hispania Romana para hablarles de la Torre de los Escipiones, en esta ocasión avanzaremos hasta el año 1589 para descubrir qué fue la Contra Armada, también conocida como la Invencible Inglesa.

Es seguro que todos conocemos la historia de la "Armada Invencible", aquella poderosa flota que envió Felipe II a conquistar Inglaterra en 1588, y  también que la empresa resultó un rotundo fracaso. Sin embargo, es posible que algunos lectores desconozcan que, al año siguiente, la reina Isabel I trató de aprovechar la situación de debilidad de España y devolver el golpe, pero que cosechó un fracaso similar al de su gran rival el año anterior. Todos estos episodios están en el contexto de la guerra anglo española de 1585-1604.
Restos de la "Armada Invencible", ilustración de José Gartner de la Peña (1892).
Así, se diseñó un complejo y ambicioso plan, que incluía la movilización de una gran flota y de tropas de invasión. La estrategia no estaba diseñada para ocupar militarmente España, pero si para producir grandes daños.
El primer objetivo era atacar los puertos cantábricos, especialmente Santander, donde se reparaban los galeones españoles que participaron en la frustrada invasión de Inglaterra. El segundo objetivo suponía tomar Lisboa (recordemos que desde 1580 Portugal formaba parte de la Corona Española), entronar a Antonio de Portugal -pretendiente al trono portugués- y liderar un levantamiento que asegurase la independencia de Portugal y su alianza con Inglaterra. El tercer objetivo implicaba la conquista de alguna de las islas Azores, para desde allí interferir el tráfico español con América.
Además, esperaban hacerse con un ingente botín, puesto que la empresa se organizó tanto con capital real como privado y, además de la reina Isabel, un buen número de banqueros y nobles esperaban amortizar la inversión y sacar un importante beneficio.

Para poder lograr los objetivos se aprovisionó una escuadra de proporciones similares a la "Grande y Felicísima Armada" (que los ingleses rebautizaron como "Armada Invencible" en tono de burla) del año anterior. Aunque las fuentes presentan algunas discrepancias, hay concordancia con respecto al número de hombres embarcados, 23.375, de los que 5.000 eran marineros y el resto tropa de desembarco, entre ellos 1.100 caballeros ingleses y 950 voluntarios holandeses. Las cifras son menos precisas en cuanto al número de barcos, que oscila entre 150 y 200, destacando los seis galeones reales (Revenge, Aid, Nonpareil, Dreadnought, Foresight y Swittsure), a los que acompañaban pinazas, urcas, mercantes armados y otras embarcaciones menores.
Para comandar estas fuerzas la reina Isabel eligió a Francis Drake, que había cosechado grandes éxitos como corsario contra los intereses españoles, mientras que las tropas desembarcadas estarían bajo el mando de John Norris, un militar experimentado.
Francis Drake (1540-1596)
Así las cosas, la flota inglesa partió de puerto de Plymouth el 13 de abril y muy pronto surgieron los primeros problemas, fruto de la indisciplina, pues antes de divisar las costas españolas desertaron algunas pequeñas embarcaciones con unos dos mil hombres a bordo.
Es entonces cuando, en lugar de tratar de cumplir el primero de los objetivos y atacar los puertos del Cantábrico, Drake se dirigió a La Coruña, una plaza que ya conocía y que no contaba con grandes defensas. ¿Por qué lo hizo? Se ha especulado mucho sobre las posibles causas: temor a atacar plazas mejor fortificadas como Santander; rumores de que en La Coruña se escondía un tesoro de gran valor; o que la ciudad contaba con grandes provisiones de alimentos. El caso es que el 4 de mayo la flota inglesa es avistada frente a la ciudad. Para defenderla, el gobernador Juan Pacheco de Toledo cuenta con unos 1.500 efectivos y con cinco navíos: las naos San Bernardo (que se encontraba en carena y desartillada), San Bartolomé y San Juan, junto a las galeras Diana y Princesa.

Durante la primera jornada, el fuego de los buques defensores, apoyados por el del fuerte de San Antonio, hizo frente a la flota inglesa mientras ésta accedía a la bahía, pero al día siguiente se decidió hundir las tres naos y retirar las galeras, dejando a la tripulación en tierra para proseguir los combates.
Las tropas de Norris tomaron al asalto la parte baja de la ciudad y el barrio de La Pescadería, mientras que las tropas españolas y la población civil luchaban denodadamente por mantener la parte alta. Durante esos días, una de las figuras que destacó fue la de doña Mayor Fernández de la Cámara y Pita, que ha pasado a la historia como María Pita y que según cuenta la tradición atravesó el pecho a un alférez inglés, insuflando ánimos a los defensores.
Tras varios días de lucha encarnizada, las tropas inglesas reembarcaron y, el día 19, abandonaron la bahía, dejando tras de si unas 1.300 bajas y al menos dos buques hundidos, además de otras embarcaciones pequeñas. Por su parte, los defensores sufrieron alrededor de 1.000 bajas, entre muertos y heridos.
María Pita pasó a la historia por su heroísmo en la defensa de La Coruña durante el ataque inglés de 1589.
Tras el infructuoso ataque a La Coruña, la situación de la flota inglesa se complicó a causa de las enfermedades y la escasez de alimentos, lo que propició que se siguieran produciendo deserciones y otros mil hombres abandonaron la expedición.
El 26 de mayo la escuadra fondeó frente a Peniche, al norte de Lisboa, y desembarcó una tropa de 10.000 hombres que emprendió la marcha hacia la capital portuguesa, mientras que la flota se dirigió hacia la boca del Tajo para atacar desde allí a la ciudad. La marcha de las tropas de Norris resultó calamitosa, al carecer de suficientes caballos para transportar armas y pertrechos (contaban con menos de cincuenta caballos) y por el constante acoso de las partidas españolas y portuguesas.
El 4 de junio la columna de Norris llegó hasta Lisboa y se encontró con una  ciudad que no estaba dispuesta a capitular y que contaba con unos 7.000 hombres para la defensa, además de unas 40 embarcaciones de todo tipo, bajo el mando de Matías de Albuquerque. De entre las fuerzas navales destacaba la escuadra de galeras de Portugal, cuyo comandante era don Antonio de Bazán (hermano de Álvaro de Bazán, quien hubiese comandado la campaña contra Inglaterra de no haber fallecido en el mes de febrero de 1588).
El asedio de la ciudad se prolongó durante dos semanas, llevando todo el peso las tropas de Norris, mientras Blake se negaba a hacer intervenir a la flota alegando el peligro que suponían las galeras y las defensas costeras (la relación entre los dos jefes ingleses nunca fue buena y fruto de los fracasos de deterioró aún más, con reproches por ambos lados). El 11 de junio los defensores recibieron refuerzos, con 9 galeras de la flota de España que trajeron consigo a 1.000 hombres. Así las cosas, el 16 de junio Drake ordenó la retirada.
Cuando la flota inglesa comenzó la retirada, las galeras españolas vieron una oportunidad y aprovecharon la falta de viento para atacar a los mejor armados buques ingleses en su parte más vulnerable; la popa (tenemos que recordar que el único armamento pesado que embarcaban las galeras era un cañón en la proa, el resto eran piezas de pequeño calibre, con el que no podían hacer frente a buques mejor artillados), así que aprovechando su maniobrabilidad realizaron varias salidas ocasionando importantes daños.
El galeón se mostró como el tipo de navío ideal para navegar en las difíciles aguas del Atlántico y suponía una presa
demasiado poderosa para las galeras. La pintura representa al galeón español San Mateo, hundido en 1588.
Tras salir de Lisboa la flota inglesa se adentró en el Atlántico, siendo perseguida por buques españoles, y puso rumbo a las Azores, donde realizó un tímido intento de invasión que resultó infructuoso.
Ninguno de los tres objetivos se había logrado, tampoco la obtención de un significativo botín, por lo que la flota puso rumbo de regreso a Inglaterra. La situación de la flota inglesa era dramática, con muchos buques dañados, miles de hombres muertos o heridos por los combates y las enfermedades y teniendo que hacer frente a la carestía de alimentos y al acoso de los barcos españoles. Durante la travesía de regreso la flota atacó y saqueó Vigo, que era por entonces una pequeña población de unos 600 habitantes, para poner después rumbo definitivo a Inglaterra, perdiendo por el camino más buques que fueron apresados por la escuadrilla de "zabras" (buque ligero precursor de las fragatas) de Don Diego de Aramburu. Poco a poco, desperdigada y desmoralizada, la flota de Drake regresó a Plymouth.

El balance final de bajas de la flota de Drake fue de entre 8.000 a 15.000 muertos y la pérdida de cerca de cuarenta naves. Para hacernos una idea, el galeón real Dreadnought (uno de los buques más potentes de la armada), y que tenía una dotación de 350 hombres, perdió a 150 durante la expedición y, cuando regresó a Plymouth, sólo catorce marineros estaban en condiciones de subir al aparejo.
Ante la magnitud del desastre, los ingleses realizaron una investigación oficial, quedando señalado Francis Drake, a quien no se le concedió ningún mando naval hasta que transcurrieron seis años del desastre.
El Tratado de Londres de 1604 puso fin a la guerra anglo española, en el que la delegación española logró unas condiciones favorables.
El HMS Revenge, buque insignia de Blake en 1589, era un poderoso galeón que embarcaba 50 cañones. La escena de la pintura muestra cómo el 1 de septiembre de 1591 fue capturado por la flota española. Posteriormente se hundiría a causa de una tormenta.
La historiografía inglesa ocultó durante muchos años este hecho y tampoco le dieron importancia los historiadores españoles, pero con el paso de los años cada vez más profesionales se interesan por este episodio.
Del 23 al 26 de abril de 2019, tuvo lugar el I Congreso Internacional La Armada Española de 1588 y la Contra Armada Inglesa de 1589. El conflicto naval entre España de Inglaterra, 1580-1607. El objetivo del mismo hacer una revisión de la investigación interdisciplinar realizada en los últimos treinta años sobre el conflicto naval anglo-español entre 1580 y 1607, con especial referencia a la Armada española de 1588 y la Contra Armada inglesa de 1589. En el Congreso participaron investigadores españoles, ingleses, escoceses y portugueses.

Esperamos que el artículo les haya resultado de interés y, si desean profundizar en este tema y su contexto histórico, les recomendamos la siguiente bibliografía:

Título: Victorias por mar de los españoles.
Autor: Agustín Ramón Rodríguez González.
Editorial: Sekotia.
Formato: Tapa blanda.
Lugar y año de edición: Madrid, 2010.
Género: Historia.
Páginas: 338
ISBN: 978-84-96899-57-5
PVP: 20,19€

Título: Invencibles.
Autor: Juan Antonio Pérez-Foncea.
Editorial: Libros Libres
Formato: Tapa dura.
Lugar y año de edición: Barcelona, 2014.
Género: Novela Histórica
Páginas: 250
ISBN: 978-84-15570-45-5
PVP: 19,23€



Título: El señor de los mares.
Autor: Luis Mollá.
Editorial: Almuzara.
Formato: Tapa blanda.
Lugar y año de edición: Madrid, 2020.
Género: Novela histórica.
Páginas: 268
ISBN: 978-84-18089-94-7
PVP: 17,26€

No hay comentarios:

Publicar un comentario