viernes, 6 de julio de 2018

Francisco González Sánchez entrevista a Marcelino Rodríguez Martín.

Queremos compartir con ustedes la entrevista que Francisco González Sánchez realizó esta misma semana en nuestra librería al escritor Marcelino Rodríguez Martín y agradecer a ambos que eligiesen nuestro espacio para llevarla a cabo.
Francisco González Sánchez (a la derecha de la imagen) entrevista al escritor Marcelino Rodríguez Martín.
Un café con Marcelino Rodríguez Martín, por Francisco M. González Sánchez.
Marcelino Rodríguez Martín, escritor afincado en Santa Cruz de Tenerife, nació en Los Llanos de Aridane, en la isla de La Palma. Graduado en Ingeniería Técnica Industrial y licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, ha escrito varios artículos técnicos para la revista “Ingenios”, que edita el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de Santa Cruz de Tenerife. Está casado con María Rosa, es padre de tres hijos y  abuelo de dos nietos.
-¿Qué recuerdos le quedan de su niñez y adolescencia en Los Llanos?
-Recuerdo casi todo de mi niñez, fue una época feliz. Eran años difíciles los de la postguerra, pero en casa nunca se pasó hambre. Tal vez falta de algún capricho, pero tampoco se conocían. Vivíamos por la periferia y allí no llegaba la electricidad ni el agua corriente. Nos alumbrábamos con una vela o un candil y el agua teníamos que traerla a hombros desde una fuente pública. Todos los días mi hermano y yo teníamos que dejar en casa una garrafa de 16 litros con agua para el consumo, antes de ir a la escuela a las 9 de la mañana.
Pero éramos felices, y tuvimos una infancia y adolescencia muy bonitas.
-¿En su casa había libros, una biblioteca familiar...? ¿Cómo aprendió a leer?
-Los únicos libros que se leían en casa eran los tebeos y las historias del Capitán Trueno. Yo tuve siempre ansias de aprender. Imagino que aprendí a leer cuando fui a la escuela y como en casa no había libros, cuando fui algo mayor me iba a la biblioteca pública y allí leía historias de aventuras, sobre todo de Julio Verne.
-¿Recuerda su primer libro o novela leída? ¿A qué edad?
-No recuerdo la edad que tenía pero si recuerdo el libro: “El faro del fin del mundo”, de Julio Verne, luego vendrían muchas más.
-Algún libro, de aquél entonces, que le dejara huella de manera especial.
-El más que me impactó fue “Veinte mil leguas en viaje submarino”, de Julio Verne, quizás por los inventos que se nombran, porque la tecnología fue siempre mi curiosidad.
-¿Cómo se decanta por ciencias –en nuestra época era lo normal- y muy en concreto, por la rama eléctrica de Ingeniería industrial?
-La tecnología en general fue mi apetencia, desde que tuve conocimientos de ella y es curioso porque como dije antes, en casa no hubo electricidad hasta que yo tuve unos diez años. La invención, el descubrimiento de los aparatos era mi pasión. Conseguía elementos de electrónica, para aquella época, de un taller de reparación de radios y me los llevaba a casa y los desarmaba para ver cómo eran interiormente. Me monté un laboratorio eléctrico en casa para hacer prácticas y buscaba en la biblioteca pública libros de electricidad, que luego estudiaba para hacer los experimentos en mi laboratorio. En esa época podría tener doce años. Cuando llegó la edad de elegir estudios, lo tuve claro, Ingeniería Eléctrica, y así fue.
Y relacionado con la tecnología no puedo dejar pasar mi afición por la mecánica en general y más concretamente por los mecanismos y su funcionamiento. Mi padre era relojero de profesión y desde pequeño estuve rodeado de mecanismos que marcaban la hora. Inicialmente mi padre tenía el taller de relojería en el dormitorio donde dormíamos mi hermano y yo, y día y noche percibía el “tic-tac” de los mecanismos de relojería que mi padre reparaba. Llegué a acostumbrarme a ese sonido que no impedía que durmiese por las noches, con aquellos relojes de sobremesa y de pared. Mi padre percibió mi curiosidad por los relojes y desde muy joven comenzó a enseñarme el arte de la reparación de los mismos. Me daba relojes de grandes dimensiones para que desarmara y armara, con el cuidado de no estropearlos y entender su funcionamiento y terminé aprendiendo a repararlos, de hecho estuve varios años ayudándole en su trabajo hasta que me fui fuera de la isla a estudiar. Para mí fue una gran experiencia entender como aquellos aparatos eran capaces de marcar la hora con una precisión “de relojería”. Mi padre que era también un virtuoso de los mecanismos, no solo reparaba relojes sino también cualquier maquinaria que le entregaban. Esa curiosidad me la trasmitió y reconozco que la aprendí muy bien, quizás porque tenía “madera” para ello.
-En aquellos años del “correíllo” y con apena 20 años. ¿Qué supuso para usted aquel cambio, de la Isla Bonita a Las Palmas?
-Cuando fui a Las Palmas a estudiar, tenía 19 años. Había terminado el curso de Preuniversitario, el equivalente de hoy de la EBAU y ya había viajado a Londres a ver a mi hermano que trabajaba allí. Regresé por París, en un viaje rocambolesco a través de toda Francia y que finalizó en Barcelona. Cuando regresé de ese viaje, hice escala en Las Palmas, donde me esperaba mi padre para hacer la matrícula en la Escuela de Ingenieros Técnicos.
El correíllo “La Palma” fue el barco que más utilicé para viajar desde mi isla a Gran Canaria. Cuando aparecieron los “Santa Marías”, me desplazaba en ellos, haciendo escala en Santa Cruz de Tenerife. Siempre viajé en barco porque mis padres no tenían dinero para pagarme el avión.
El correillo La Palma, de 1912, se conserva hoy en el puerto de Santa Cruz de Tenerife.
-Al finalizar sus estudios, uno de sus primeros trabajos, es como profesor de la Escuela de F.P. Virgen de la Candelaria de S/C. de Tenerife.  ¿No le gustó la docencia?
-Mi primer trabajo fue en la empresa privada, concretamente en una instaladora eléctrica que se ocupaba de la electrificación de edificios de viviendas y líneas eléctricas de alta tensión.
Mi época de profesor en la Escuela de F.P. Virgen de la Candelaria fue posterior, en el año 1977. Impartía las clases de Tecnología Eléctrica que era mi especialidad y me gustaba la docencia, pero fue una época muy convulsa por coincidir con la muerte del dictador, y en aquel momento las escuelas de Formación Profesional estaban muy vinculadas al régimen, por lo que intentaron su desaparición y los profesores estuvimos tres años en una situación muy precaria y temiendo por nuestros puestos de trabajo. Ante aquella situación, yo ya estaba casado y con un hijo, aproveché la oportunidad de unas pruebas de selección para entrar en UNELCO, me presenté y las aprobé, y así fue como me incorporé a esa empresa de servicio público.
Si la situación laboral hubiese sido diferente, tal vez hoy estaríamos hablando de otras circunstancias.
-En los años 80 ingresa en UNELCO, donde se le ve progresar en la profesión día adía. A partir de aquí me pierdo, si quiere me lo simplifica, por favor.
-Efectivamente, en el año 80 ingreso en la empresa UNELCO, que aquel momento pertenecía a la empresa pública INI (Instituto Nacional de Industria), participada mayoritariamente del Estado. Mi sueldo era inferior al que percibía en la Candelaria, pero el puesto de trabajo estaba asegurado. Afortunadamente las condiciones económicas se modificaron posteriormente y nos consideramos bien pagados.
La empresa tenía muchos departamentos y siempre se accedía por la parte más sencilla que era en el Servicio de Averías. Allí se “fogueaba” uno y recibía el bautismo del servicio eléctrico, asistiendo a las averías que se producían en la red eléctrica, que estaba en unas condiciones muy precarias y que había que hacer verdaderos esfuerzos para mantenerla en condiciones adecuadas. Se trabajaba en turnos de 8 horas, durante 24 horas y recuerdo que teníamos un teléfono directo con el Gobierno Civil, que sonaba inmediatamente a algún corte de suministro en el centro de la ciudad. Era un teléfono de manivela, una verdadera joya arqueológica, pero que funcionaba perfectamente. Esos dispositivos han desaparecido y la mayoría de jóvenes o de mediana edad no los recuerdan.
De aquel servicio salí a los seis meses y me incorporé a las oficinas centrales, desempeñando varias funciones, ascendiendo a diferentes puestos de responsabilidad. Esa situación me permitió viajar mucho y con frecuencia a la Península y a varios países de Europa y Sudamérica. 
En el año 2001 fui nombrado Gerente de la Empresa Distribuidora de El Puerto de la Cruz, filial de Endesa y como concesión del servicio eléctrico, dependiente del Ayuntamiento de El Puerto de la Cruz. En este puesto de trabajo estuve hasta el año 2011, cuando mediante un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) me prejubilo y dejo mi trabajo en Endesa a la que sigo vinculado hasta el año 2012 en que cojo mi jubilación después de 32 años de trabajo ininterrumpido.
-Le imagino de aquella, una persona inquieta, muy trabajadora, inteligente, tenaz y siempre dispuesta a aprender y a superarse, personal y profesionalmente. Pero, ¿de dónde sacó tiempo para echarse novia?
-Cierto, a una persona con estas características, le queda poco tiempo libre, pero ordenándolo adecuadamente da para todo y la novia apareció antes de empezar la vida profesional, justo al terminar la carrera, y luego hubo que compaginar el trabajo en Santa Cruz hasta que nos casamos.
-¿Se atreve a confesar qué vio en María Rosa para que le cautivase para toda una vida?
La relación de pareja es una cuestión de dos y por lo tanto la atracción física o moral para toda una vida nace precisamente de los dos. No hay primacía de ninguna de las partes. Me pareció que tenía las cualidades para formar una familia y así fue.
 -¿No se aburren tantos años juntos y “siempre juntos”?
Si uno se pone a pensar, ¿cuántos son muchos años? Las parejas pasan por tantas vicisitudes que si administran bien los tiempos, no hay momento para el aburrimiento. Primero de recién casados, luego los niños, uno tras otro hasta los tres, se ven crecer, se ven progresar con sus altibajos, maduran, se hacen mayores, van a la universidad, se gradúan, comienzan a trabajar, se enamoran, se casan, se independizan, van echando raíces y configuran su forma de vida. Uno atiende a sus padres cuando se hacen mayores, estos fallecen y el ciclo de la vida continúa y se cumple. No cabe el aburrimiento. El trabajo y el ocio lo ocupan todo. Hay mucho que compartir.
Aquí sí quiero resaltar la importancia que ella ha tenido a la hora de poder dedicar tanto tiempo al trabajo y al estudio. A pesar de que ella también trabajaba fuera de casa, se esforzó en suplirme muchas veces en las tareas de sacar los hijos adelante, de lo cual me siento muy orgulloso.
-Bien situado profesionalmente, ¿para qué, entre 1993-98, se licencia en Ciencias Económica y Empresariales?
-En realidad tengo que reconocer que cuando en el año 1993 decido estudiar Ciencias Económica y Empresariales, profesionalmente estaba muy bien situado. ¿Cuál fue el motivo para estos estudios? Fue un reto personal al considerar que en el puesto que desempeñaba, me era más beneficioso tener estudios económicos que los técnicos que ya poseía. Empecé en el turno de tarde, en la Universidad, ya que por la mañana trabajaba en la empresa y me di cuenta, que después de tantos años que había dejado los estudios superiores, no me fue difícil integrarme con los demás alumnos del curso. De hecho me gradué en seis años cuando la licenciatura era de cinco.
-¿Tuvo alguna vez vacaciones, viajó por el extranjero, o se acostó en alguna ocasión a la sombra de un “pino” contemplando el mar de esa maravillosa Isla de La Palma?
Las vacaciones las disfrutábamos durante un mes, todos los años. Aprovechábamos para ir a La Palma y allí, con la familia de ambos, gastábamos los treinta días reglamentarios.
Viajé mucho por el extranjero pero no en vacaciones, todos fueron viajes de empresa. Estuve en Inglaterra, Francia, Alemania, Austria y Suiza, en Europa. En Sudamérica viaje a Perú, El Salvador, Venezuela y Miami.
A pesar de estos viajes siempre quedaba tiempo para relajarse en el campo y pasar muchas de las noches de verano mirando al cielo limpio de la isla de La Palma. Noches que me recordaban a mi juventud, cuando pasaba alguna noche de verano tumbado sobre una paca de paja en la era, donde se trillaba el cereal que se había cegado durante el día.
Eran vacaciones familiares, los niños disfrutaban del pueblo y del campo, colaborando incluso con las labores agrícolas de los abuelos. Claro que había tiempo para ponerse debajo de un pino, especialmente en Fuencaliente o en las típicas excursiones al Refugio.
-Se jubila y publica los siguientes libros: “La Fábrica de Gas de Santa Cruz de Tenerife. Un recinto para el recuerdo” (2011), “Félix ‘El Insurrecto. Un tijarafero en el ejército mambí” (2012), “El agua de la discordia. Green Golf Tresina“(novela de 2014), “La fuerza de la maldición” (novela de 2015), y “Los entresijos del destino” (novela de 2017). ¿Algo que llevaba años merodeando en su cabeza, una fuerza inmanente que le apremiaba el corazón?
-En realidad la redacción se me dio siempre bien. En tiempos de la escuela recibí varios premios de redacción y en mi colegio profesional, colaboré con la revista “Ingenios”, escribiendo artículos técnicos, relacionados con mi profesión o con mi afición a la relojería. Soy un enamorado de la mecánica, la electricidad, la electrónica y de cualquier mecanismo que funcione. Los “destripo” para ver su funcionamiento y en algunas ocasiones los he restaurado. Me despierta un interés descomunal, descubrir cómo generaciones anteriores han diseñado mecanismos específicos para la época en que vivieron y eso enlaza con mi gusto por la historia, que luego reflejo en alguno de mis libros.
-¿Se atreve a definir a cada uno de sus libros con una frase? Menos el último que será objeto de un estudio monográfico.
Claro que sí. Cada libro tiene su historia, tiene su argumento, tiene su razón de ser. Todos llevan la creación del autor y voy a dar una definición de cada uno de ellos, esperando que coincida con la visión que los lectores tienen de ellos.
“La Fábrica de Gas de Santa Cruz de Tenerife. Un recinto para el recuerdo”: Es la historia de la industria más importante, que hubo en Santa Cruz de Tenerife, a principios del siglo XX, que no podía desaparecer bajo la fuerza mecánica de las excavadoras, sin ser contada.
Félix El Insurrecto. Un tijarafero en el ejército mambí”: La historia de mi abuelo que emigró a Cuba con catorce años en 1888 y luchó en su independencia al lado de los mambises, ejército de la insurrección, lo que le valió el apodo de “Insurrecto”.
El agua de la discordia. Green Golf Tresina”: Novela sobre la corrupción en las instituciones públicas. Muy actual para los tiempos que vivimos.
La fuerza de la maldición”: Novela basada en hechos reales, donde se relata el maltrato a la mujer en el mundo rural de la época que se describe. 
Soldados cubanos durante la guerra de 1895 - 1898, en la que se vio obligado a participar
el abuelo de Marcelino Rodríguez
.
-¿Qué parte de influencia  de María Rosa, su señora,  hay en esta inmensa labor?
Hasta ahora su participación ha sido la de corrección de los borradores y apuntarme sus comentarios. No ha influido en ninguna de mis novelas, ni en la creación ni en el guion. Creemos que eso debe ser totalmente personal.
Francisco; quiero añadir una aclaración sobre una pregunta que me hizo usted el día de la presentación de mi última novela “Los entresijos del destino”, en la librería El Libro en Blanco, acerca de lo que le había sorprendido que un ingeniero escribiese novelas. A continuación voy a reflejar diez cualidades que debe poseer una persona que quiera estudiar ingeniería y lo comparamos con la labor de escritor:
1.- Polifacético: Apto para varias disciplinas. Capacidad para varias tareas.
2.- Ingenioso: Para buscar soluciones a cualquier problema.
3.- Creativo: Crear algo a partir de la nada.
4.- Amor por la ciencia: Usar la ciencia y el conocimiento para crear algo.
5.-Actitud analítica: Mente analítica, capaz de analizar hasta el último detalle.
6.- Trabajador: Actividad y dinamismo.
7.- Social: El ingeniero ya no es solitario, es capaz de trabajar en equipo.
8.- Mente lógica: Mente analítica, lógica y con razonamiento.
9.- Detallista: Crear algo necesita asegurar el mínimo detalle, ser meticuloso.
10.- Se toma en serio la educación: Estar al día con el conocimiento. Estudiar.
Si trasladamos estas cualidades que deben ser innatas en el ingeniero a la labor del escritor, se comprueba que favorece su “encaje”, digamos que favorece, en gran parte, esa disposición previa. Esto no quiere decir que sean cualidades exclusivas de los ingenieros, pueden existir en cualquier individuo.
-¿Cuál es su hobby? ¿Lo comparte con su señora?
Mi hobby en este momento es escribir, leer mucho y la investigación en archivos. Mi mujer tiene sus propias aficiones, y especialmente las relacionadas con el arte. No obstante nos gusta pasear juntos, asistir a actos culturales, conversar de diferentes puntos, etc.
-Y para terminar: ¿Un libro? –que no sea suyo-. ¿Una película? ¿Y, una canción?
Libro: Trilogía Martín Ojo de Plata de Matilde Asensi
Película: House of Cards (Serie). 
Canción: Un bolero.
¡Muchísimas gracias Don Marcelino! por su paciencia, delicadeza y exquisita amabilidad.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho la entrevista, es un ejemplo para tantos jóvenes de hoy en día, "que se aburren", toda una lección de creatividad, de alegría, de amor al trabajo, de enriquecimiento intelectual, de tantos valores, que hoy se echan en falta, sobre todo el amor a la familia, tenerla siempre presente, cultivar el amor de pareja y la respuesta al porqué de escribir, !impresionante¡. Enhorabuena por esa vida ejemplar.

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